“Si un niño no sabe leer, se lo enseñamos.”
“Si un niño no sabe nadar, se lo enseñamos.”
“Si un niño no sabe multiplicar, se lo enseñamos.”
“Si un niño no sabe manejar un coche, se lo enseñamos.”
“Si un niño no sabe cómo comportarse, ¿qué hacemos?— ¿le enseñamos?— ¿lo castigamos?”
“¿Por qué no terminamos la última oración tan automáticamente como terminamos las demás?”
Tom Herner (Presidente de NASDE, Counterpoint 1998, p. 2)
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